Es común que al comer poco saludable por una semana de vacaciones o en diciembre, que generalmente es un mes de darse muchos gustos, al querer regresar a la normalidad, se antoja mucho toda esa comida poco saludable y principalmente el antojo de postres azucarados como si para nada los hubieran comido en ese tiempo y no se diga si se come así todo el tiempo como estilo de vida.
Es un ciclo repetitivo de estar comiendo el mismo tipo de comida y de estar antojados de la misma todo el tiempo. Esto pasa porque la comida chatarra, ya sea salada o dulce no aporta ningún beneficio nutricional al organismo y está saturada de azucares refinados o grasas. Según estudios científicos estos alimentos activan un sistema de recompensa cerebral, es decir liberan neurotransmisores como la dopamina y la oxitocina, lo cual genera la necesidad de repetir la conducta, muy similar a cualquier otra adicción. A este comportamiento se le llama adicción alimentaria, la cual le puede dar a cualquier persona sin importar la edad, desde niños hasta adultos, si la alimentación es saturada de alimentos pobres en nutrientes y ricos en azucares y grasas para nada saludables y esta adicción por supuesto si no se para a tiempo lleva a la obesidad, diabetes tipo dos, entre otras enfermedades serias.
Cuando se tiene una adicción a la comida no se trata de simplemente hacer una
dieta como si fuera para perder peso. Se trata de aprender a comer de nuevo, de
forma saludable y balanceada, pero este cambio es importante hacerlo acompañado de profesionales de la nutrición y de psicología. De la nutrición para evitar deficiencias y escoger un programa alimentario que de verdad va a ayudar, este debe de ser personalizado. La ayuda psicológica es porque muchas veces se quiere hacer un cambio y nosotros mismos nos ponemos obstáculos que hacen más difícil el proceso, y al hablar de eso se van resolviendo esos problemas y hasta se puede encontrar por qué se llegó a tener esa adicción.
Por Guisela de Gramajo
Chef especializada en nutrición