La Semana Santa, es una semana de feriado oficial en muchos países como es el caso en Guatemala. En la cual muchas personas se quedan en su casa o salen al interior del país, en cualquiera de las dos opciones, existe la costumbre de hacer comida tradicional de esta época platos fuertes que normalmente son de pescado y mariscos y muchos postres típicos como mangos en dulce, molletes, etc. También mucha comida de verano fácil, snacks poco nutritivos, gaseosas y bebidas alcohólicas. En
nuestra cultura está el compartir momentos con familia y amigos a través de la comida, y en tiempo de vacaciones esta comida a veces no es la más nutritiva y saludable, y a muchas personas les puede estar pasando que se arrepienten y manejan culpa por haber comido mucho. La culpa puede escucharse así: ¿Por qué comí tanto? ¡No debí comer todo lo que comí! ¡seguro me aumente varias libras! ¡si no hubiera comido tanto no estaría en esta situación!
Incluso estar comiendo y decir frases de culpa para justificarse ante los demás. La razón de manejar culpa es porque se piensa que se hizo algo malo; en realidad no es asi, el disfrutar comida con familia y amigos en la casa o en un viaje deja lindos recuerdos y fueron días de descanso en los cuales se pudo liberar el estrés acumulado. Disfrutar de comida que no es la que normalmente comemos no es malo. Lo importante es regresar a nuestros hábitos de siempre con comida nutritiva, balanceada, y mucha agua. Puede ser que al regresar se tenga inflamación y retención de líquidos y eso se refleja al pesarse con unas libras de más. En unos días
de retomar la rutina y la alimentación acostumbrada, el organismo regresa a la normalidad.
No es sano tener pensamientos negativos respecto a algo que hicimos, porque eso genera frustración, enojo y una pelea interna con uno mismo que solo va a aumentar el estrés y fomentar la mala relación con la comida. si se lleva una alimentación saludable constante, una semana de comer diferente no cambia nada.